¿Dónde sí y dónde no? El reto de construir con conciencia hídrica.

¿Dónde sí y dónde no? El reto de construir con conciencia hídrica.

Las civilizaciones más antiguas crecieron a la orilla de ríos que daban vida: el Nilo, el Tigris, el Éufrates, etc. Vivir cerca del agua siempre fue sinónimo de riqueza y posibilidad. Pero ese vínculo, tan poderoso, también trae riesgos. Hoy seguimos esa misma lógica: construimos en costas, llanuras aluviales y orillas de lagunas, muchas veces sin medir consecuencias. Y seamos realistas, hay lugares que enamoran a primera vista: vistas al mar, brisa constante, reflejos del agua en la ventana.

Construir cerca del agua ha sido parte de nuestra forma de habitar el mundo. No es nuevo, ni exclusivo de una región. Lo que sí ha cambiado es el contexto: lluvias más intensas, mareas más altas, tormentas que no dan tregua. Y no siempre estamos listos.

México no es ajeno a este problema. Cada temporada de lluvias revive la pregunta: ¿Por qué seguimos construyendo donde el agua ya ha pasado una y otra vez? Las razones son muchas: falta de suelo, atractivo económico, desconocimiento o simplemente costumbre. Pero el costo puede ser alto. Guerrero, por ejemplo, el huracán John golpeó con fuerza, y las lluvias arrastraron cerros enteros. En el Caribe mexicano, el huracán Helene dejó sin energía eléctrica a miles de personas, mientras Cancún e Isla Mujeres se llenaban de agua hasta las rodillas. En Veracruz, Nadine pasó con furia: 3,400 casas dañadas y millones perdidos.

Y México no está solo. En España, ciudades completas como Alzira y Utiel han vivido las consecuencias de construir cerca del agua. En Australia, la Costa de Oro ha visto cómo las inundaciones no solo arruinan casas, sino también empleos y destinos enteros.

Figura 1. Urbanización en cuencas bajas: decisiones que condicionan el futuro.

No es falta de conocimiento. A veces, aun sabiendo el riesgo, se elige avanzar. Porque el suelo es caro, porque se necesita crecer, porque no hay muchas opciones.

Aun así, existen proyectos como el Parque La Quebradora, el rescate del Lago de Texcoco o la regeneración de manglares en Quintana Roo muestran otro camino. Uno donde respeta el agua, se le da su espacio para libre transito.

Figura 2. Manglares un muro verde contra las inundaciones

Y si vamos a seguir construyendo, construyamos con conciencia.
Antes de levantar una pared o trazar una calle, hay preguntas que no deberíamos dejar pasar:

  • ¿Ha inundado antes esta zona?
  • ¿Qué tipo de suelo hay bajo nuestros pies?
  • ¿Dónde va a escurrir el agua en la próxima tormenta?
  • ¿Cuánta vegetación estamos quitando para poner concreto?
  • ¿Existe un cauce oculto, una laguna enterrada, un manglar desplazado?

Construir no es solo ocupar espacio, es dialogar con el territorio.
Y en un país donde la lluvia ya no avisa, donde los huracanes llegan más intensos y donde muchas costas están al límite, construir mal no es solo irresponsable: es invitar al desastre.


La pregunta no es si lloverá…
La pregunta es: ¿estamos listos para cuando lo haga?

 

ELABORADO POR: MARÍA CARMEN ESPINOSA, WILLIAM ABARCA Y COSETTE KNAPP.