El turismo es una importante actividad económica que puede beneficiar a diversos sectores de la comunidad donde se desarrolla, y para los inversionistas que desarrollan proyectos costeros debe ser prioridad llevar adecuadamente la planeación de los mismos, ya que no solo podría tener efectos negativos que deben tomarse en cuenta para evitar un impacto sobre el entorno natural, social y cultural, sino que además su inversión podría correr el riesgo de sufrir daños estructurales por no haber realizado los estudios y planeación necesaria.
El desarrollo turístico en zonas costeras hace necesario una planificación de esta actividad ya que suele realizarse de manera vertiginosa y sin control. Lo anterior ha llevado a que se presenten impactos negativos sobre los recursos naturales y un crecimiento desordenado al rededor del trópico. Se reconoce la importancia de la planificación costera y el ordenamiento territorial para desarrollar un turismo sostenible y en armonía con el entorno natural, cultural y económico. De no realizarse una adecuada planificación se podrían agravar los problemas de uso de la tierra, la especulación, la construcción en zonas prohibidas o vulnerables, así como tener consecuencias de daños estructurales antes mencionados, ya que las zonas costeras son elementos integrales, los cuales se deben de analizar desde un punto de vista multidisciplinario, atendiendo los diversos ambientes físicos, biológicos y humanos que convergen en la zona costera.
Las áreas turísticas con alta demanda han experimentando un proceso de transformación económica, diversificando su economía y evolucionando hacia un sector terciario. Estos cambios en la estructura productiva generan modificaciones en los patrones de uso de suelo, procesos que deben responder a un esquema de planificación que permita la mejor adaptación, considerando aspectos ambientales, sociales, económicos o legales, entre otros.
El turismo es una de las actividades económicas que tienen un fuerte impacto en la transformación del territorio. Los cambios en las estructuras y dinámicas del territorio requieren de procedimientos planeados y regulados de manera que se controlen los efectos negativos de la actividad y se promueva la sostenibilidad, tanto ambiental como social y económica. La ausencia de normas y controles en lugares de interés turístico pone en peligro los recursos naturales, culturales, patrimoniales e inclusive, el capital humano.
A lo largo del trópico existen casos de mala gestión costera ocasionados por un crecimiento desmedido sin tomar en cuenta al medio ambiente con consecuencias negativas sobre la costa que hacen necesaria la toma de medidas mitigarías con costos muy elevados, como la rehabilitación o reconstrucción de dunas, relleno de playas, dragados, espigones, reconstrucción de paseos marítimos. Tan solo en España la organización Greenpeace estimó un gasto de 100 millones de euros anuales en las costas españolas como consecuencia de la mala planeación costera.
Una de las principales conclusiones del análisis es que, por lo general, al ejecutarse obras en la costa no se contempla el impacto económico añadido de la pérdida del capital natural, además por supuesto de las pérdidas materiales por no contar con barreras de protección costera, las cuales se pueden planear a través de resultados de estudios hidrográficos, batimétricos y simulación de condiciones costeras, que ofrecen los profesionales en el área. La mala gestión también se traduce en pérdidas: Naciones Unidas estima que en España se ha perdido, debido al urbanismo, la contaminación y las infraestructuras, un 50% de los beneficios económicos y ambientales de la costa (pesca, turismo u otras actividades) y con ellos la capacidad del desarrollo económico futuro.
Greenpeace denuncia que la ausencia de un plan de gestión integrada del litoral provoca que se deje de ganar millones cada año en beneficios ambientales de la costa, ganancias que recibiría la población, mientras que las ganancias del turismo muchas veces se concentran en las empresas trasnacionales dejando una derrama económica mínima a los sectores más necesitados de la población. El mayor beneficio es invertir en medio ambiente.
Una de las soluciones que propone Greenpeace para revertir las pérdidas, e incluso obtener mayores beneficios, es realizar una inversión para la recuperación del litoral vinculando el turismo a la sostenibilidad. Con esta cantidad se respetaría y aumentaría el dominio público marítimo-terrestre y sus servidumbres de protección (esto implica el derribo de construcciones ilegales), se restaurarían zonas de alto valor ambiental y económico (marismas, espacios naturales protegidos de la costa, dunas, humedales, etc.) y se comprarían terrenos costeros para su protección. Con esta inversión se socializarían los beneficios y se privatizarían los gastos, justo lo contrario de lo que pasa actualmente.