Como habitantes del trópico, los huracanes son un fenómeno conocido para nosotros y de los cuales nos mantenemos informados, ya que sabemos de su peligro. Saber la época en que se forman y las causas que lo producen nos ayuda a estar al tanto del desarrollo de estos meteoros.
Los huracanes se producen cuando una serie de condiciones específicas se conjunta, de éstas depende la intensidad y rapidez de su formación. Entre las condiciones más importantes para la formación de un huracán se encuentran:
- Un disturbio atmosférico preexistente (onda tropical) con tormentas embebidas en el mismo.
- Temperaturas oceánicas cálidas, al menos 26 °C, desde la superficie del mar hasta 15 metros por debajo de ésta.
- Vientos débiles en los niveles altos de la atmósfera que no cambien mucho en dirección y velocidad.
Los ciclones tropicales se forman sobre las cálidas aguas del trópico, a partir de disturbios atmosféricos preexistentes tales como sistemas de baja presión y ondas tropicales. Las ondas tropicales se forman cada tres o cuatro días sobre las aguas del océano atlántico, cerca de la línea ecuatorial. Los ciclones tropicales también pueden formarse de frentes fríos y, ocasionalmente, de un centro de baja presión en los niveles altos de la atmósfera.
La energía que el ciclón tropical transforma en energía cinética de rotación y en procesos termodinámicos proviene del contacto entre el ciclón tropical y las aguas cálidas del mar, y por ende, del intercambio de energía entre las aguas del mar y el sistema ciclónico. Los vientos en los niveles bajos de la atmósfera, muy cerca de la superficie marina, circulan hacia el área de baja presión, es decir, confluyen hacia un lugar determinado. Las aguas cálidas le suministran al entorno del disturbio atmosférico la humedad y el calor necesarios para que se desencadenen los procesos de formación de nubes y, generalmente, de lluvia y actividad eléctrica. Posteriormente se forman las bandas de lluvia, y los topes de las nubes que se han formado, se elevan muy alto en la atmósfera. Si los vientos en los niveles altos de la atmósfera se mantienen débiles, el ciclón tropical puede continuar intensificándose, alcanzando las subsecuentes categorías hasta llegar a huracán.
Los huracanes son sistemas grandes que puede afectar una amplia zona, requiriendo que se tomen precauciones aún lejos de donde se predice que afectará. Las partes principales de un huracán son las bandas nubosas en forma de espiral alrededor de su centro, esta es la zona con los vientos más fuertes. El ojo es un sector de bastante calma, poca nubosidad y, aproximadamente de 30 a 65 Km de diámetro. La pared del ojo está compuesta de nubes densas; en esta región se localizan los vientos más intensos del huracán. (Imagen del Programa COMET)
En los niveles bajos se da la confluencia de viento que rota antihorariamente (ciclónico) y, por el contrario, en los niveles altos, en donde se da la salida del sistema, los vientos circulan horariamente (anticiclónico). En el gráfico superior, se observan las bandas de lluvia y una corriente de aire descendente en el centro del sistema, lugar en donde se forma el ojo del huracán.
A la derecha la imagen del huracán Mitch cuando alcanzó la categoría 5. Se observa claramente el ojo y la pared del mismo. Nótense las bandas de lluvia que confluyen alrededor del centro del sistema. El ojo es oscuro ya que no tiene nubes, lo que se observa entonces es la superficie del mar. El huracán Mitch es un reflejo de la alta organización que pueden llegar a alcanzar este tipo de ciclones tropicales, surgido de un sistema de baja presión, encontrando a su paso el ambiente favorable para su intensificación y organización tanto física como dinámicamente.