El aumento de temperatura ocasionado por el efecto invernadero, tiene como consecuencia el deshielo de los glaciares y casquetes polares, que desde los últimos años se ha venido observando de manera evidente. En los cinco continentes se están derritiendo los hielos perennes y las consecuencias ya afectan al nivel del mar, a la flora y fauna polar, así como las corrientes oceánicas y circulación atmosférica.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente, advierte que cientos de millones de personas se verán afectadas por la disminución de los glaciares “solamente la pérdida de los glaciares de Asia afectaría al 40% de la población mundial”.
Los efectos de alcance global tendrían cambios sustanciales en la disponibilidad de agua para beber y para riego, así como el aumento en el nivel del mar y cambios en los patrones de circulación del agua en los océanos, y la amenaza a la supervivencia de especies de flora y fauna que sobreviven en dichos ecosistemas, entre otros.
Según expertos “Los tres glaciares que hay en África, en el Monte Kenia, el Kilimanjaro de Tanzania y las montañas Rwenzori de Uganda, han perdido ya el 82% de su superficie y es muy posible que los glaciares del Kilimanjaro desaparezcan por completo en el espacio de dos décadas”.
En la Antártida y Groenlandia están las capas de hielo que contienen el 98% del agua fresca congelada del planeta y, como estimación, si Groenlandia se derritiera por completo el aumento del nivel del mar llegaría hasta siete metros.
Estudios realizados por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU), muestran que el deshielo del Ártico y en Groenlandia es más acelerado de lo que se había previsto, y a la fecha se han perdido importantes masas de hielo. También se están observando efectos que no se habían previsto como es el enfriamiento de las corrientes de los fondos oceánicos cercanos a la Antártida, provocado por el derretimiento del hielo, y el cual podría afectar la circulación oceánica.
Las investigaciones también han identificado grandes reservas de carbono almacenado como el metano en el permafrost (capa profunda del suelo permanentemente helada). El deshielo del permafrost amenaza con desestabilizar el metano (un gas de efecto invernadero) almacenado y enviarlo a la atmósfera. De hecho los investigadores ya han podido observar emisiones sustanciales de metano procedentes de los sedimentos oceánicos. Esto demuestra que el deshielo de los casquetes polares afecta de maneras que no se tenían previsto.
El calentamiento global tiene un efecto cíclico, ya que el deshielo de las capas de hielo expone a las tierras y agua, a la absorción de luz solar lo que aumenta más la temperatura.
Investigaciones muestran que las capas de hielo y nieve del planeta están íntimamente ligadas a la vida en el resto del planeta, por lo que las consecuencias del cambio climático en estos ecosistemas “no sólo afectarán a quienes viven o trabajan en zonas polares o montañosas” si no tendrían un efecto global.
Imágenes satelitales indican que cada año se desvanece hasta un 4% de la capa de hielo. El WWF prevé, además, un aumento de temperatura de entre 4 y 7 grados en los próximos 100 años. En tales condiciones, el Polo Norte podría haberse derretido por completo a fines del presente siglo, según el profesor Peter Wadhams, de la Universidad de Cambridge.
Groenlandia está configurada en un 85% por hielo, si éste llegara a derretirse por completo, el nivel del mar podría aumentar en casi 7 metros. Un sólo metro de aumento, sin embargo, pondría en peligro a 17 millones de personas que habitan en regiones bajas.
El deshielo de los glaciares y casquetes polares es un problema que nos afecta a todos, inclusive a los habitantes de climas tropicales. Actualmente muchos países están reduciendo sus emisiones de gases y el uso de bicicletas como transporte alternativo, y está ganando adeptos, en especial en países de primer mundo, pero es necesario que todos estemos enterados y tomemos cartas en el asunto para poder hacer cambios reales.