En México el turismo representa una actividad económica de gran importancia, tanto de turismo nacional como internacional y aunque en la actualidad existen empresas enfocadas en el ecoturismo sustentable, la mayoría sigue siendo realizada con una pobre planeación y orientadas con un modelo de explotación que provoca fuertes impactos negativos ambientales e incluso sociales y económicos.
Entre las consecuencias negativas de la mala planeación costera, se encuentra la pérdida de hábitats de suma importancia como el manglar; la extracción excesiva de recursos locales como el agua; contaminación del acuífero, asentamientos irregulares, basureros con mala ubicación y manejo, la erosión de playas, la extinción local de especies, entre muchas otras; además por supuesto de los riesgos para inversionistas al exponer sus proyectos o embarcaciones, al no contar con barreras de protección naturales o artificiales.
La vulnerabilidad de los ecosistemas costeros deriva de su excesiva y/o deficiente utilización, así como de la falta de entendimiento de su dinámica. Así, el aumento de las infraestructuras turísticas y portuarias invaden la duna y playas destruyéndolas y reduciendo al mínimo e incluso eliminando el espacio necesario para que se desarrollen los procesos cíclicos naturales, lo que a largo plazo, afecta de manera directa o indirecta a las construcciones realizadas en las costas. También la explotación indiscriminada de los recursos pesqueros y la gran concentración de industrias, como el incremento, tanto en el número como en la magnitud, de los incidentes como de los accidentes por vertidos de hidrocarburos en las zonas costeras y la presencia de basurales y vaciaderos, son algunas de las causas que incrementan la criticidad de la zona.
En México la costa que abarca más de 11 mil kilómetros, alberga alrededor de un tercio de la población y tiene un crecimiento muy acelerado, aunado a los miles de turistas que visitan estos destinos provocan una fuerte presión a los ecosistemas costeros.
En el Golfo de México y mar Caribe uno de los efectos más evidentes es la erosión costera, en la Riviera maya observamos una alarmante pérdida de playas sin embargo esta zona sigue en acelerado crecimiento.
En nuestro país existe poca conciencia ambiental en especial en cuanto a la necesidad de medidas preventivas que protejan el potencial productivo que representan nuestras costas en relación a actividades como: pesquería, agricultura, salinas, navegación, desarrollo turístico-recreacional, desarrollo urbano, puertos, desarrollo industrial, minería, energía, entre otras.
Para la práctica de actividades ecológicamente sustentables es necesario adoptar una perspectiva global del ambiente; ello implica conocer las conexiones entre los procesos naturales, sociales, económicos y políticos, para poder regular y ordenar la gestión ambiental en forma eficiente, y de esa manera ser capaz de producir soluciones específicas a problemas ambientales concretos.
Greenpeace declara que si México quiere contar con los ingresos que el turismo provee a mediano y largo plazo, debe frenar el actual modelo de turismo depredador y planear proyectos turísticos que respeten la vocación de las regiones y traigan beneficios reales a las poblaciones locales y mitiguen al máximo los daños que ocasionan.
Los estudios de planeación costera en este aspecto son una herramienta que nos ayuda a conservar el entorno natural costero, así como el bienestar económico y social de las zonas costeras tan vulnerables.